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ASTROLOGÍA Y PATRIARCADO

Antiguamente la astrología afirmaba que el Sol en la carta natal de una mujer representaba al padre o al marido.


Es decir, la mujer por sí misma no tenía centro vital ni identidad.

Era huérfana de espíritu.

Estaba vacía de esencia.

Carecía de luz propia.

Suena fuerte, ¿verdad?


Hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial (y en España todavía más tarde por la dictadura franquista) la mujer tenía que solicitar el permiso del marido para ejercer una profesión.


La esposa no podía presentarse a un examen, ni matricularse en una universidad.


Tampoco podía abrir una cuenta bancaria, solicitar un pasaporte o un permiso de conducir.


Lxs astrólogxs atravesamos la astrología con los valores y los prejuicios de nuestra cultura.


La interpretamos con los ojos de lo que nos rodea y la entendemos a partir de lo que vivimos.


Hasta hace relativamente poco la mujer no podía hacer lo que le daba la gana.


Por eso el Sol en la carta natal, que es la voluntad real de ser, era el padre o el marido (los que decidían por ella).


Me pregunto si conoces a alguna mujer que siga a la sombra de su marido o de lo que le dicen en su casa.


Yo sí.


A mujeres mayores, medianas y también a mujeres jóvenes.


Aunque hay muchas personas, organizaciones y proyectos reivindicando la igualdad, creo que todavía tenemos faena a nivel colectivo.


Pero también estoy convencida de que es posible hacer aportes a nivel individual:

– Creer más en ti.

– Ser sin miedo de lo que pensarán.

– Hacer que te lata el corazón con tu vida.

– Encontrar espacios y momentos para hacer lo que más amas.

– Cultivar tus talentos.

– Luchar por tus sueños.

– Despeinarte el espíritu (antes de jubilarte).

 

El mejor regalo que puedes hacer al pasado es recuperar el valor que siempre fuimos.


El mejor regalo que puedes hacer al futuro es descubrir tus virtudes y compartirlas con el mundo.


Aquí tienes un piscolabis para empezar: